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Cómo se llaman las personas que le gustan los mucho los perros

La petofilia es un trastorno psicológico reconocido como un amor desmedido por los animales. Pero, ¿cómo y por quién medimos el amor que sentimos por nuestra mascota? La petofilia, o petofília, es un apego tal que quien lo padece ve condicionada su vida por este exceso de afecto. Si una persona pasa más tiempo con los animales que con su círculo social y su fuente de satisfacción proviene únicamente de ellos, podemos estar ante uno de estos casos.

Los perros, en particular, nos dan una sensación especial de seguridad y compañía. Es difícil no encariñarse con ellos, aunque pueda parecer confuso, la petofilia es un vínculo exagerado a menudo provocado por la decepción o la desilusión que pueden causar las personas.

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¿Humaniza a su mascota?

Hoy en día, es difícil no dejarse tentar por una bonita correa o una comida gourmet para nuestros perros y gatos. Si tratas a tu mascota como a una persona o más, corres el riesgo de humanizarla y darle un lugar que no merece. No porque no lo merezcan, sino porque te estás perjudicando a ti mismo.

¿No puede separarse de su mascota? Puede que sufras de petofilia

La cantidad de amor que le das a tu perro sólo la pueden valorar tú y él. Dar cariño nunca es malo, siempre y cuando no descuides otros aspectos de la vida de tu perro y acabes aburriéndolo. La patología se produce cuando eres incapaz de controlar la situación y dejas de hacer planes para estar sin tu mascota.

En algunos casos, este comportamiento se debe a un factor cultural y ambiental. Es una forma de sustituir el espacio con el animal por algo que representa una carencia, normalmente de carácter emocional. Esta relación es peligrosa, no solo para la persona afectada, sino también para la mascota, ya que se distorsiona la realidad y se le asocian expectativas que no se corresponden con ella.

El exceso de afecto puede es3ar al perro.

Este amor excesivo es a menudo una forma de hacer que la mascota se sienta tan bien como el dueño quisiera sentirse. Es un reflejo de lo que le gustaría ser y causar en los demás, y cuando no puede, se desvive por hacer que el animal quede bien. El problema es que los perros no necesitan terapias, spas, peinados extravagantes o ropa y joyas a juego con sus dueños.

Cuando humanizamos a un perro, en cierto modo lo maltratamos, porque negamos su verdadera identidad como animal. Muchos perros se sienten ansiosos e inseguros porque su condición natural no les prepara para recomportamineto ante estas actitudes. Según algunos expertos, si estos síntomas no se tratan a tiempo, pueden provocar delirios y alucinaciones en el enfermo. En lugar de humanizar a los perros, es importante respetar su naturaleza y ofrecerles un entorno adecuado que se adapte a sus necesidades como animales.